Estoy harta de llorar, gritar... Muchas veces en silencio.
Mi vida es jodida, del mismo modo que lo es para muchas personas. Porque es eso la vida, no es fácil. Hay días en que parece que todo sale bien, me veo capaz de paralizar el mundo con una de mis sonrisas y tocar las estrellas con la yema de mis dedos. Hay otros en los que simplemente me despierto y digo; - Mierda, ojalá no hubiese despertado... Así es, todo es rutina, poner la misma falsa sonrisa todos los días, obligarme a comer aunque termine no haciéndolo o vomitándolo, obligarme a salir y obligarme a escuchar las gilipolleces de los demás. En esos momentos me pregunto si seguir adelante o hundirme. A veces alzo la mirada y observo todo mi camino recorrido, en las personas que me quieren y me han querido, incluso a quienes les importo en silencio. Y entonces, me doy cuenta que no necesito ninguna balanza para deducir qué pesa más; A pesar de todo el sufrimiento, hay cosas bellas, pequeños detalles insignificantes que me llenan un pedacito de mi alma que gracias a ello, sigo adelante.
Me conozco a mi misma mejor que nadie, soy consciente de mis puntos débiles, de la facilidad que tienen de romperse las cuerdas que me sostienen. Aún así lucho cada día por ser mejor y me esfuerzo para que mi vida vuelva a tener su rumbo. Soy consciente de que no puedo estar sin valorarme toda una vida, odiándome a mi misma por no tener el cuerpo que deseo, por no ser la chica perfecta, odiarme cada día lo siento como caminar descalza sobre cristales rotos.
Nada es imposible...
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